Cuenta la historia que el cura Gabriel Brochero era un fervoroso militante de la causa radical, mantuvo durante largo tiempo correspondencia con Elpidio González, cuando este era la máxima autoridad del radicalismo cordobés, donde le daba consejos políticos sobre como vencer a los conservadores, Elpidio a su vez le agradecía por “el patriótico interés con que usted se dedica a la propaganda de nuestro credo en los departamentos de la sierra”. Participó de la campaña electoral que llevó a Hipolito Yrigoyen a la presidencia de la Nación. «Yrigoyen es un buen hombre» decía el cura gaucho.
Además de su simpatía por el radicalismo Brochero era un asceta que dedicó su vida a los mas humildes. Una crónica periodística de la época decía de él: «Es un hombre de carne y hueso: dice misa, confiesa, ayuda a bien morir, bautiza, consagra la unión matrimonial, etc. Y sin embargo es una excepción: practica el Evangelio. ¿Falta un carpintero? Es carpintero. ¿Falta un peón? Es un peón. Se arremanga la sotana en donde quiera, toma la pala o la azada y abre un camino público en 15 días, ayudado por sus feligreses. ¿Falta todo? ¡Pues él es todo! y lo hace todo con la sonrisa en los labios y la satisfacción en el alma, para mayor gloria de Dios y beneficio de los hombres». Brochero ayudó a los enfermos y moribundos de la epidemia de cólera que azotó a la ciudad de Córdoba y se llevó la vida de 4000 personas. Fundó varias escuelas en Villa del Transito (hoy Villa Cura Brochero). Y se encargaba personalmente de escribirle a los funcionarios de gobierno para bregar por la construcción de obras: rutas, puentes, ramales, hospitales, para toda la comunidad. Contrajo lepra en su vejez por ayudar a enfermos que padecían este mal. Muy enfermo, escribió su testamento preparándose para morir, sin embargo un acontecimiento lo movilizó: la sanción de la Ley Saenz Peña.
«En 1912 Don Hipólito Yrigoyen visitó Córdoba como el jefe de la nueva fuerza política que había tenido su comienzo con la revolución del 90: la Unión Cívica Radical. El nuevo movimiento de reparación nacional adquiría fuerza y hondura y penetraba en los hombres consustanciados con un ideal auténticamente argentinista. Los humildes veían un horizonte esperanzador. Los serranos amigos del Padre Brochero querían hablar con Yrigoyen y apenas arribados a Córdoba fueron a verlo para que los acompañe. Enfermo de lepra, sordo y casi ciego, sin embargo, no podía ‘dejarlos en la estacada‘ y haciendo un gran esfuerzo fue con sus amigos. Yrigoyen lo abrazó muy emocionado y le dijo palabras de aliento. Salió de la entrevista apoyado en su bastón, sus ojos ciegos con lágrimas y repitiendo: ‘¡Es un gran hombre!‘»
Estas anécdotas fueron contadas por primera vez por Horacio Oyhanarte en “El hombre”, de 1916, un libro sobre la campaña de Yrigoyen que lo hizo presidente hace 100 años. Algunas de ellas retomadas en el libro: «Curas con los pies en la tierra» de Maria Elena Barral.
Hoy 16 de octubre de 2016, a 102 años de su muerte, el Papa Francisco canonizó al cura José Gabriel Brochero, el primer santo argentino en un proceso de canonización que duró casi 50 años.
Pocos años antes de su muerte el Santo Radical le escribía a su amigo Fermín Juncos, en un tono malhablado que era su sello: «Por consiguiente mi amigo, es preciso que no joda haciendo votar a sus elementos en contra del Partido Radical».