En defensa de Hipólito Yrigoyen

Por Dr. Diego Barovero – Secretario General del Instituto Yrigoyeneano

Ante las graves e injustas imputaciones formuladas al presidente Hipólito
Yrigoyen, en una carta publicada el 6 de noviembre, deseo señalar:

La crisis económica de la posguerra mundial aparejó la caída del precio de
la lana provocando una enorme desocupación en el sur chileno-argentino. En
julio de 1920 una huelga chilena fue reprimida y sus dirigentes buscaron
refugio en la frontera argentina. En agosto del mismo año comenzaron a
estallar huelgas en el territorio de Santa Cruz.

Ante la generalización del conflicto, el gobierno de Hipólito Yrigoyen
ordenó al teniente coronel Héctor Benigno Varela marchar con la caballería a
la zona. El jefe militar negoció con los huelguistas argentinos, españoles y
chilenos y tomó algunas disposiciones como la prohibición de la circulación
de moneda chilena, logrando un acuerdo satisfactorio para los trabajadores.
En mayo de 1921 las fuerzas militares abandonaron Santa Cruz, pero los
estancieros no cumplieron con lo pactado por lo que recrudeció el
descontento alentado por los dirigentes anarquistas.

A estas alturas del conflicto las autoridades argentinas tenían conocimiento
de la injerencia chilena: la sospechosa presencia del Director Nacional de
Carabineros coronel Carlos Ibáñez del Campo con sus fuerzas cerca de la
frontera con el objetivo de evitar que la huelga se extendiera a Chile y la
abundancia de armas de fuego en poder de los huelguistas.

Por disposición del presidente Yrigoyen, el teniente coronel Varela
nuevamente tuvo en sus manos la misión de resolver el problema. Pero esta
vez reprimió la huelga en forma muy dura.

En opinión del historiador Miguel Angel Scenna -que compartimos- el drástico
cambio en la actitud de Varela -negociadora la primera vez, represiva la
segunda- se debió a que en la primera huelga el gobierno argentino no tenía
certeza de la injerencia extranjera, en tanto en la segunda sí.