El derrocamiento de Yrigoyen: un golpe con olor a petróleo

Por Claudio R. Desideri

1922, finaliza su mandato Yrigoyen y asume como Presidente de la Nación Marcelo T de Alvear.

La prensa oligárquica por entonces criticaba ferozmente a Yrigoyen en sus editoriales y realizaba esfuerzos titánicos, cuyo único objetivo era separar y enfrentar al presidente Alvear con Don Hipólito, porque no toleraron que «el peludo» se atreviera a gobernar seis años prescindiendo de ellos y por haberse entregado por entero a solucionar los problemas de las masas menos educadas del país, en desmedro de los intereses y privilegios de la oligarquía.

El golpe militar llevado a cabo el 6 de Setiembre de 1930, fue el resultado de un objetivo fijado apenas desciende Yrigoyen del poder. Era causa nacional para la oligarquía impedir que el yrigoyenismo llegara nuevamente al gobierno. Muestra de ello es que cuando en 1924 se produce la división entre yrigoyenistas y antipersonalistas (seguidores de Alvear) se habían formado logias en el ejército con el fin de que si algo llegara a pasarle al presidente que le imposibilitase ejercer el mando, impedirían con su intervención el traspaso de éste al vicepresidente Elpidio González, porque significaría la vuelta del yrigoyenismo.

1928, año de renovación presidencial, el retorno de Yrigoyen al poder era inminente. José Félix Uriburu exclamaba «Yrigoyen será presidente pero no durará mucho porque yo lo echaré abajo….».

Las elecciones se llevan a cabo y el triunfo de Yrigoyen es aplastante: gana en todos los distritos del país, produciendo gran desconcierto en la oligarquía y las logias castrenses anti-yrigoyenistas. «El triunfo de Yrigoyen ha sido tan abrumador que sería un error hacer la revolución ahora. Hay que esperar..» decía el general Agustín P Justo.

Yrigoyen comienza su segunda presidencia y en el año 1929 el General Enrique Mosconi – Director General de Y.P.F- celebra un contrato con la Luyamtorg . Esta es una empresa dedicada a realizar el intercambio comercial entre la Unión Soviética y América del Sur. El contenido de dicho contrato consistía en que la Argentina comprará a la Luyamtorg nafta y ésta se compromete a invertir lo percibido en productos argentinos derivados de la ganadería, la agricultura y la industria nacional, lo cual no produciría la fuga de oro del país. La nafta soviética vendría a suplantar la importada sin molestar la producción de Y.P.F y además el estado argentino se reservaba la facultad de reducir la cantidad de nafta a importar si la producción de Y.P.F aumentase y hasta la opción de rescindir el contrato si así le conviniera.

Las ventajas eran más que evidentes, este contrato significaría un desalojo total de las compañías extranjeras, principalmente la Standard Oil.

A través de sobornos y presiones la Standard Oil trata de firmar contratos con las provincias que poseen petróleo. Un ejemplo es el de Salta donde el gobernador radical Adolfo Güemes – nieto del General -, es visitado por los agentes de la Standard Oil, los senadores F. Uriburu y R. Patrón Costas. Éstos le proponían un contrato con importantes ventajas y regalías para la provincia. Pero su fibra radical, al momento de firmar el contrato, le hizo tirar la lapicera que tenía en sus manos y exclamó a viva voz: «Yo no firmo eso!. No firmo!… En ese momento se me paralizó el brazo y sentí que no debía firmar ese contrato. Yo creo que fue el general Güemes quien me detuvo, evitando la nueva invasión a la patria por tierras salteñas». Así contaba Güemes su experiencia.

Pero para evitar el avance y penetración de la Standard Oil, se necesitaba la ley de nacionalización del petróleo, de ésta manera se aseguraba el país la propiedad de su riqueza, el monopolio de su explotación, transporte y comercialización.

La ley del régimen del petróleo, junto con otras, ya tratadas en Diputados, no son consideradas por el Senado, dado que los conservadores que dominan esta cámara. Le guardan un profundo odio a Yrigoyen, desean verlo caer aunque se hunda el país.

El Domingo 7 de setiembre se realizarían elecciones en Mendoza y San Juan, según la convocatoria de los interventores federales, de las cuales surgirían senadores por ambas provincias. Si éstos llegaran a ser yrigoyenistas, la mayoría del cuerpo resultaría asimismo yrigoyenista. Por lo que no es casual que el nefasto golpe se llevara a cabo el Sábado 6 de setiembre de 1930.

Yrigoyen es confinado en la Isla Martín García y el General Mosconi es detenido previa entrega de los bienes e instalaciones de Y.P.F, mientras los petroleros americanos destapan el mejor champán de sus bodegas, para festejar el triunfo de sus intereses comerciales.

El General Enrique Mosconi, ya en su retiro y bajo su terrible enfermedad, repetía una y otra vez sin cansancio.. «Mi acción fue posible merced a esa sombra moral ante la cual pasaban los millones sin conmoverlo». Aludía así a Yrigoyen como persona entera e insobornable.