Por Gabriel del Mazo
Hacia 1916 privaba en la Nación y en la Universidad un tipo de enseñanza utilitaria, cuya dosis de falsedad y descreimiento provenía del régimen de las oligarquías gobernantes: criterio mercantil en la política; criterio egoísta en la Universidad, en la educación pública. Los Hombres llamados cultos, en general, no lo eran de una cultura que pudiera conceptuarse nacional. ¿Cómo podía haber una cultura nacional sin una política nacional? Se trataba de un régimen de adulteración fundamental que se sobreponía al país con distorsión del verdadero carácter nacional. Con el poder, los titulares de ese régimen aparecieron como superiores; por medio de la educación propagaron el concepto de ser moralmente los mejores. Y estas ficciones daban engañosa apariencia a las oligarquías que formaron. El país iba despersonalizándose y desviándose su emancipación.
Pero el movimiento Radical quiebra la conjuración y abre al país como gran escenario, entre los relámpagos de las tempestades políticas, y reivindica al hombre aislado y anónimo en la comunidad nacional. Lo concita como ciudadano y como hombre, vale decir, como voluntad civil capaz de sumarse y como espíritu autónomo capaz de diferenciarse. La Nación empieza a ser el pueblo, y lo nacional una comunidad palpitante que se anima y va expresándose. Juntamente con un desagravio al hombre modesto del pueblo perpetuamente desestimado, ofendido, relegado, el auténtico Radicalismo es la posibilidad del planteamiento de la cuestión nacional sobre un piano primordial, en rigor constituyente; sobre el amplio y firme cimiento de la Nación entera, sobre el cual habrían de erigirse las construcciones plenarias del futuro.
Es la primera convocatoria total del pueblo desde que vive la Patria; la primera desde el llano; la primera que lo congregó íntegramente para tratar de su libertad, de su propia vida. Sustantivamente fue una reacción americana e idealista en nuestra política y una requisitoria espiritual e histórica a la concepción materialista y utilitaria impuesta. Su gran conductor propugnó, según su propio decir, «una vida mas espiritual y sensitiva». Desarrollar los intereses materiales había sido el motivo casi exclusivo de la concepción política en auge. Hombres sin fe; América como episodio de colonización; las cosas sofocando la libertad; una inmensa tienda esperaba cada vez, los bajeles que traían de fuera el atuendo con que vestir una civilización postiza, no nacida de la propia cultura.
Así como la gran demanda del Radicalismo era abolir lo gentilicio de hecho y desagraviar y reivindicar al hombre del común, a cada hombre, reclamando los fueros de su personalidad política; los jóvenes que con la Reforma Universitaria fundaban la nueva Universidad y la nueva educación sudamericana, proclamaron en 1918, bajo aquellos auspicios generales, que su propósito esencial era «crear hombres y libres americanos.
Ahí esta el gran programa emancipador: hacer de los ciudadanos hombres; hacer de los estudiantes hombres, no objetos pasivos. Que puedan ser argentinos los hombres del pueblo argentino; no elementos automáticos para explotar, no espíritus dispuestos para ser sometidos a una deformación de sus virtudes; que sean rescatados para un autentico destino nacional, todas las entidades y todos los medios educativos desde el aula hasta el maestro y el estadista. Es siempre perentorio libertar a una política, a la escuela, al colegio, a la Universidad, de todo coloniaje mental, porque de tal sumisión resulta en estos países, la entrega de su economía, de su política y de su cultura. La Reforma creyó y sostuvo que era en gran medida mental, es decir, intelectual, educativa, universitaria, la causa de que padeciéramos de una política y una economía deformadas, de que hubiera sido desequilibrado el cuerpo de la Nación y expoliado el patrimonio nacional.
Mientras tanto, el Radicalismo que venia luchando desde hasta mas de un cuarto de siglo en el amplio campo de la lucha política, con una requisitoria que ponía acento agudo en las causas morales, reclamaba del vacío esencial de una República sin voto universal y libre, que es como decir sin ciudadanos. Radicalismo y Reforma son movimientos que operan socialmente en círculos concéntricos e intercomunicados, con inconfundible carácter idealista; con aquel carácter que adjudica a la personalidad humana y a su dignidad la primacía; que considera al hombre un fin y no un medio. Los acucia análogamente el problema de la libertad como inseparable del de la democracia: dos problemas éticos, porque solo el libre, el hombre que cumple su deber conforme a la ley moral, y la democracia, que es la igualdad, solo en el plano moral tiene posible integral desarrollo.
El movimiento argentino y sudamericano llamado la Reforma Universitaria, iniciado por la juventud universitaria argentina en la ciudad de Córdoba en 1918 y propagado después a todos los países de nuestra America, cuyo nombre, tradicionalmente adoptado, que proviene de haber tenido su origen en las aulas superiores. Doctrinariamente, el Radicalismo y la Reforma Universitaria son en el país proposiciones complementarias. El Radicalismo es una concepción ético política que responde a un ideal cultural. La Reforma Universitaria es una concepción cultural conciente de que esta exigida de un programa ético político para su realización completa. La Reforma Universitaria es un profundo planteamiento de espiritualidad política, el primero en Sudamérica, en grado colectivo, en toda la era republicana. El Radicalismo argentino es un profundo planteamiento sudamericano de política espiritual. La Reforma Universitaria se define preferentemente como pensamiento y actitud libertadora en el plano de la emancipación mental. El Radicalismo se define preferentemente como doctrina y acción libertadora en el campo mayor de la emancipación nacional general: política, económica y cultural. La Reforma Universitaria surge del reencuentro de la juventud en el seno de estas naciones con la vieja Independencia: Es uno de los nombres de la Independencia sudamericana. El Radicalismo surge del reencuentro de los radicales argentinos con la historia nacional, como parte de la historia toda de los pueblos sudamericanos .
El acceso del ciudadano a la vida nacional, traído por el Radicalismo, como el acceso del estudiante a la vida de las Universidades, traído por la Reforma Universitaria, son dos índices de un mismo fenómeno, dos formas de un mismo proceso de alumbramiento civil de la conciencia racional, de una misma lucha por la integración orgánica de la nacionalidad. El vasallaje social impuesto por las oligarquías políticas dueñas del poder y de la riqueza, habían consumido nuestro aliento vital, del mismo modo que en el orden educativo, el régimen de tutela mental que ejercieron, sofocaba el porvenir argentino, en los retoños del espíritu naciente.