Por Susana Brauner Rodgers – CONICET
El objetivo del presente trabajo es realizar una caracterización de la corriente yrigoyenista, que durante 1930 y 1943 se enfrenta a la conducción partidaria de la Unión Cívica Radical (U.C.R.), planteando la necesidad de retomar y profundizar los postulados yrigoyenistas de contenido nacional y popular tradicionales.
La bibliografía del radicalismo es variada y extensa. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos del tema no realizaron un examen pro- fundo del pensamiento y accionar de los diferentes nucleamientos yrigoyenistas que se multiplicaron en el período. En forma global se sostiene que en los años treinta se impone en el radicalismo una política de «colaboración» con los gobiernos conservadores a través de lo que ha de denominarse la «alvearización» de la U.C.R. Por otra parte, si bien algunos estudios recuerdan el accionar de núcleos opositores de «claro sentido popular yrigoyenista», solamente el grupo F.O.R.J.A. y el Sabattinismo cordobés fueron considerados como las fuerzas yrigoyenistas de importancia que surgieron en el seno del mismo partido contra ese proceso de «desnaturalización radical».
Por lo tanto creemos justificado emprender un análisis de la identidad política y trascendencia de núcleos yrigoyenistas que actuaron en forma paralela e independientemente, tanto del grupo F.O.R.J.A. como del Sabattinismo cordobés, debido a que este estudio nos permitirá conocer temas hasta hoy poco divulgados. Nos posibilitará redimen- sionar el rol desempeñado por los yrigoyenistas en la elaboración y difusión de muchos de los principios que han de guiar al nacionalismo popular en la Argentina, como también redimensionar la influencia que ejercieron en la vida interna partidaria, donde con su accionar lograron generar el debate político-ideológico y extender su influencia en sectores ajenos a sus filas.
A partir del derrocamiento de H. Yrigoyen en 1930, podemos distinguir las siguientes corrientes políticas en la U.C.R.
- La corriente «alvearista» constituida por dirigentes radicales que respondían a las directivas del Presidente del Partido, M.T. de Alvear, y que estaban ubicados en la dirección de los más altos organismos partidarios. Dichos dirigentes, cuyo origen podemos rastrear tanto en los «antipersonalistas» como en los «alvearistas»1 de la Década del Veinte, componían un sector de políticos profesionales y dirigentes parroquiales, que consideraban que el partido tenía por misión prin- cipal reconquistar el sufragio universal. Sin embargo, estos políticos no conformaban un núcleo homogéneo que actuaba siempre en forma disciplinada. Tal es así, que algunos de sus miembros, en distintas circunstancias, se convirtieron en aliados ocasionales de los núcleos yrigoyenistas opuestos a la conducción partidaria.
- La corriente `yrigoyenista» que contaba con el apoyo de los radicales de la «vieja guardia» y de muchos jóvenes políticos «intransigentes» que consideraban al Partido no sólo como un instrumento para luchar contra el «fraude electoral» sino también como una herramienta para conquistar la independencia económica nacional y asegurar ]ajusticia social.
De este modo, a partir de 1930, la convivencia, confrontación y compromiso de estas dos corrientes, con criterios y objetivos progra- máticos tan disímiles, se convierten en una constante que ha de signar toda la vida partidaria a lo largo del período estudiado2.
Para realizar el examen de la evolución y trascendencia de la corriente yrigoyenista, consideramos conveniente distinguir dos etapas:
- De 1930 a 1935: del derrocamiento de H. Yrigoyen al levantamiento de la Abstencion Electoral.
- De 1935 a 1943: del levantamiento de la Abstención al Golpe Militar de 1943.
1. La etapa inicial (1930-1935)
En esta fase de su evolución, el yrigoyenismo no era un fenómeno homogéneo; no presenta un frente uniforme de ideas, porque en su seno conviven también matices políticos distintos. Sin embargo, pode- mos destacar ciertos principios y preocupaciones comunes de carácter social y nacional-antimperialista que han de guiar al conjunto de los círculos yrigoyenistas:
- Compartían la tradicional concepción movimientista del radicalismo, que consideraba a la UCR. como a un movimiento que representaba a la «nación misma» a la «argentinidad»3.
- Reivindican la figura de Yrigoyen como al líder más «grande de nuestra historia cívica», como al «conductor» de las «clases sufrientes» del país y como al Jefe indiscutido del radicalismo4.
- Proponen una «democracia integral» como base para `la libertad, el bienestar y la justicia social»5 donde el Estado ejercite la `justicia distributiva»6.
- Sostenían la necesidad de la intervención estatal en la economía para poner «frenos a los trusts y monopolios»7.
- Propugnaban la `nacionalización de los recursos naturales»8 y los «servicios públicos»9 para garantizar la independencia económica.
- Formulaban la necesidad de resolver el «problema agrario» mediante la «democratización de las tierras»10.
- Reivindicaban un «radicalismo americanista» que promoviera la unidad latinoamericana11.
Por otra parte, en la política diaria coincidían en promover los siguientes principios yrigoyenistas tradicionales:
- La Abstención Electoral: a partir de comicios fraudulentos.
- La Intransigencia: a concertar alianzas extrapartidarias.
- La Revolución: a propulsar o apoyar conspiraciones armadas que tengan por objeto el restablecimiento del sufragio universal.
En síntesis, las ideas y propuestas anteriormente citadas son en general las sostenidas por el conjunto de núcleos y hombres yrigoyenistas de la época. Sin embargo, y para no simplificar, debemos recordar que el yrigoyenismo no constituía una corriente homogénea; la interpretación de dichos principios podía variar de acuerdo con la formación política y las posiciones de poder por ellos sustentadas en las estructuras partidarias.
1.2 Los núcleos y hombres yrigoyenistas
El derrocamiento de Yrigoyen en 1930 y su muerte en 1933 han de restar fuerzas a los núcleos yrigoyenistas en las estructuras partidarias, como al mismo tiempo, en sentido inverso, han de fortalecer a los sectores que se nuclearon alrededor del Presidente del Partido M.T. de Alvear.
Sin embargo, podemos distinguir la acción del yrigoyenismo en todos los ámbitos partidarios:
- En la conducción partidaria nacional.
- En las estructuras partidarias.
- En los sectores juveniles.
- En los núcleos militares simpatizantes del radicalismo.
- En los intelectuales.
Por los límites impuestos al presente artículo, dedicaremos en mayor medida nuestra atención al análisis de aquellos núcleos e individuos yrigoyenistas cuyo trascendente pensamiento y accionar ha sido poco divulgado hasta el presente.
Entre 1930 y 1935 las conducciones partidarias nacionales y provinciales contaron con la presencia de figuras yrigoyenistas de relevancia. La reorganización del radicalismo, bajo el Sistema del City en 1931, fusionó bajo su seno tanto a «alvearistas» como «yrigoyenistas». Adolfo Güemes, Juan O. Farrel, Roberto Parry, Francisco Ratto, Obdulio Siri12 fueron algunos de los dirigentes yrigoyenistas que participaron en dicho proceso de reorganización con el objeto de unificar al radicalismo para encarar una real campaña opositora contra el régimen conservador.
El Dr. A. Güemes fue una de las figuras yrigoyenistas que ocupó los más altos rangos en la estructura partidaria y que siempre se alineó con los sectores «abstencionistas» e «intransigentes» del Partido. El historiador del radicalismo, G. del Mazo, lo define como «uno de los intérpretes más definidos del pensamiento radical»13. Güemes sostenía la necesidad de ejercer una política que garantizara el «control del Estado de todas las riquezas naturales», comenzando por el petróleo, para garantizar la soberanía nacional14. Como también entendía el Dr. Güemes que el radicalismo debía continuar su labor hacia «una mayor y equitativa justicia social en íntima solidaridad con todos los trabajadores»15.
En las estructuras partidarias se destacaron los «Legalistas» de la Capital Federal, que desde posiciones críticas y más interesados por reformas de contenido económico y social, pugnaban por continuar con la Abstención Electoral, en oposición a los «Mayoritarios», que eran la fracción que respondía al ala «alvearista» de la U.C.R.16. En la Capital se concentró una de las principales resistencias al levantamiento de la Abstención promulgada finalmente por la Convención Nacional de 1935 (*). Sin embargo, también en Córdoba, Buenos Aires y Santa Fé, importantes dirigentes se pronunciaron a favor de la Abstención. Cabe señalar que no todos los «abstencionistas» o «concurrencistas» pueden ser linealmente identificados como «yrigoyenistas» o «alvearistas» respectivamente, pero en general la alineación entre una postura y otra tendía a coincidir. Entre los convencionales claramente yrigoyenistas que se destacaron en la Convención Nacional de 1935 encontramos entre otros a L. Dellepiane, a J.O. Farrel y a E. Melópulous. También los presidentes de los cuatro distritos más importantes eran «abstencionistas»: F. Albarracín de la Capital, J.O. Farrel de Bs. As., Miguel Cello de Santa Fé y A. Sabattini de Córdoba17.
Sin embargo, por disciplina partidaria, decidieron acatar la resolución adoptada por la mayoría.
Las juventudes radicales durante esta etapa no tienen una organización que las nuclee a nivel nacional. Sin embargo, algunos Congresos y Encuentros juveniles fueron realizados con el fin de fortalecer la rama juvenil dentro de las filas partidarias. Además, las juventudes de la Capital, Rosario, Buenos Aires y Córdoba desplegaron una gran actividad. Los jóvenes coincidían en general en proponer un contenido más «radical» en las definiciones programáticas y en formular la necesidad de encarar la reorganización partidaria mediante la democratización interna del partido. Entre algunos de los círculos que se formaron podemos nombrar al Centro de Acción.
El Centro de Acción era una agrupación radical de estudiantes obreros que se constituyó en La Plata en octubre de 1930 y que contó entre sus adherentes al Dr. A. Pérez Áznar18. De los Estatutos y Manifiestos del Centro de Acción se desprenden dos preocupaciones fundamentales de estos jóvenes: el problema social y el tema de la re- organización partidaria. Aspiraban a que bajo el «común denominador del Radicalismo», estudiantes y obreros argentinos lucharan por restablecer una «democracia auténtica», que suprima las «injusticias del actual sistema capitalista», para realizar una sociedad en que reine en pleno «la solidaridad humana», de acuerdo con el «peculiar modo de ser argentino», evitando recurrir a «ideologías extremas» o «reacciones simplistas» como se engendraron en la Unión Soviética19.
En cuanto a la reorganización partidaria, mantenían que se debía democratizar las estructuras partidarias mediante la instauración del voto directo de los afiliados. «Propiciamos la supresión de las convenciones en su función actual y la elección de candidatos… por el voto directo y secreto de todos sus afiliados»20. El tema de la democratización interna, la representación de las minorías como lo establecía la Carta Orgánica de 1931 (que no era respetada) fue otra de las demandas constantes del yrigoyenismo en la época.
– Por otra parte, varias conspiraciones militares yrigoyenistas se sucedieron entre 1931 y 1934. El peligro de un inminente complot radical estaba siempre latente. Núcleos militares y civiles yrigoyenistas sostenían que el «Pueblo y el Ejército» debían reconquistar los derechos cívicos confiscados21. Y en realidad, estos movimientos armados, por el grado de represión que generaron (la implantación del Estado de Sitio y el encarcelamiento y exilio de dirigentes partidarios ajenos a los complots), llegaron a condicionar al resto de las actividades partidarias.
Entre las filas de estos yrigoyenistas encontramos al Teniente Coronel Atilio Cattaneo, que fue en 1932 uno de los jefes de un abortado movimiento militar que pretendía derrocar al Gobierno del Presidente Justo22. Desde la cárcel, en la que fue recluido a lo largo de diecinueve meses por su participación en dicho complot, escribía: «Creí y creo que era mi obligación, como militar del pueblo, ponerme de su parte en amparo de sus derechos»23. Además, Cattaneo se pronunció a favor de los núcleos «legalistas» en la U.C.R. Para este militar yrigoyenista, la situación partidaria de esos días era similar a la que existía cuando se fundó la U.C.R.: «En aquel entonces los gobiernos surgían de los ‘acuerdos’ como hoy en día se sostienen en la `concordancia’24. Por lo tanto se debía continuar con la tradición partidaria «Abstención e Intransigencia»25.
A partir de 1935, ante el fracaso de estas conspiraciones y el magro apoyo que éstas habían recogido en los sectores castrenses, los intentos revolucionarios desaparecen. El núcleo militar, marginado por las autoridades partidarias, y profundamente escéptico sobre las posibilidades de los movimientos armados26, pasa a la actividad política engrosando las filas del yrigoyenismo en la Capital Federal y Buenos Aires27, y del Sabattinismo en Córdoba.
Entre los intelectuales que se ligaron al yrigoyenismo tenemos, entre otros, a hombres como Luciano Catalano, Eduardo Giuffra, Arturo Frondizi, Elías Melópulous y Julio Barcos. Realizan una vasta actividad intelectual y también partidaria. A pesar de que no elaboran una doctrina orgánica, estarán presente en sus planteos muchos de los temas básicos que han de caracterizar tanto al grupo F.O.R.J.A. como al peronismo en años posteriores. Publicaron artículos y trabajos en revistas como Doctrina Radical, Un Clarín Radical y en diarios y periódicos como Tribuna Libre, Renovación, Bandera Radical e Izquierda Radical.
Luciano Catalano fue un geólogo que se abocó en sus libros, confe- rencias, y en la prensa, al estudio de problemas sociales y económicos. Durante 1922 y 1930 ejerció como Jefe de Geología de la Nación en el Ministerio de Agricultura, para pasar a la actividad privada hasta 1935 y de 1936 hasta 1944 ejercer nuevamente diversos cargos públicos y científicos de importancia. Algunos de los títulos de las obras y publicaciones del Dr. L. Catalano en esta etapa son las siguientes: «Plan Constructivo del Radicalismo» (1933); «El Estado debe tener el monopolio del petróleo. La riqueza mineral es del pueblo» (1932); «Por la unión federativa democrática de los pueblos latino- americanos. Fundamentos y plan de soluciones comunes» (1934); «Industria de los aceites comestibles en la Argentina» (1935); «Un plan para la explotación científica de la riqueza forestal» (1935), y también escribió en 1934 algunos de los siguientes artículos en el periódico pro-republicano La Víspera: «Fundamentos económicos del Radicalismo». «¿Pueden ser radicales?», «El imperialismo»; «Fascismo y Liberalismo»; «La próxima Convención Radical»; %Radicales: Abstención e Intransigencia!», etc. A pesar de que la sola enunciación de dichos títulos nos predice las definiciones programáticas del Dr. Luciano Catalano, pasemos a enumerar algunas de sus propuestas. En «El Plan del Radicalismo» formula un programa de «soluciones concretas» para los «desheredados», para los «descamisados» y para los «hambrientos», un plan destinado a implantar el «bienestar común, base y esencia de la justicia social»28. Por lo tanto sostenía el «derecho del pueblo a disponer de todos los recursos y elementos que concurren a asegurarle satisfactoriamente el alimento, el abrigo, la vivienda, la cultura…». Es decir que los radicales debían promover un plan que condujera a legitimar todos los «derechos sociales» para concretar la justicia social.
Pero no sólo el tema de la democracia integral preocupó a L. Catalano, sino que paralelamente postuló una clara política nacionalista como la alternativa para desprenderse del dominio extranjero y como el camino para emprenderla industrialización. L. Catalano expresa la «necesidad urgente de nacionalizar todos los servicios públicos…, nacionalizar todos los medios de comunicaciones y transportes…, nacionalizar las fuentes minerales…los frigoríficos, los graneros… el suministro de luz y fuerza eléctrica, gas, materias medicinales, explosivos, papel, metalurgia, automotores, ferrocarriles, teléfonos, la marina mercante»29, etc. etc. Por otra parte, el radicalismo era considerado por Catalano como «la fuerza creadora de la justicia social americana»30, cuya misión social debía traspasar las fronteras argentinas. Y también estará presente la tradicional concepción movimientista acerca de las características del radicalismo como el movimiento que representaba los intereses del conjunto del pueblo: «Es menester definirse: o con el radicalismo, vale decir, con el pueblo, con la justicia social; o contra el radicalismo, vale decir, contra el pueblo, a favor de la reacción, del privilegio, la tiranía y el conservadurismo…»31.
Otro de los intelectuales que se destacaron tanto por su actividad intelectual como partidaria fue el Dr. Eduardo Giuffra. Abogado, diputado radical entre 1926 y 1930 y autor del proyecto de nacionalización del petróleo de 1927, profesor universitario especializado en Derecho Constitucional e Historia de las Instituciones32, también se dedicó a las tareas de reorganización partidaria que le fueran encomendadas por H. Yrigoyen33 y a dirigir sus esfuerzos para tratar de consolidar la corriente yrigoyenista en la Capital Federal. En las tareas de reorganización ha de formular la necesidad de establecer normas estatutarias democráticas «que faciliten una más constante deliberación de los afiliados» para que se haga sentir con mayor eficacia «el eco de los reclamos populares». La U.C.R. era también para él un movimiento «eminentemente nacional, con profundidad popular abarcadora de los más distintos rangos sociales.. .»34. A partir de 1936, será considerado como uno de los hombres de consulta en los círculos yrigoyenistas.
El Dr. A. Frondizi, muy joven aún, también va a desarrollar una amplia actividad intelectual y partidaria. En esta época, A. Frondizi colabora en Tribuna Libre, en Doctrina Radical, en Crisol, en la Revista Jurídica y de Ciencias Sociales y en Un Clarín Radical. Muchos temas de importancia preocuparon a A. Frondizi. Uno de ellos, y común al resto de los yrigoyenistas, fue la definición que debían dar los radicales al tipo de democracia que aspiraban. Escribirá sobre el tema: «Se afirma la incompatibilidad entre la democracia y la justicia social, porque se parte del error generalizado de creer que la democracia supone solamente la libertad política, cuando en realidad ésta no puede ser sino un medio para realizar la libertad e igualdad económica»35. Es decir, que la democracia era en síntesis «libertad política y libertad económica».
Entre algunos de los círculos intelectuales que se conformaron por estos años también podemos destacar el Ateneo Bernardino Rivadavia, fundado en 1933 y dirigido por el Dr. Elías Melópulous. También está presente en este núcleo la preocupación por dar un mayor sentido social y nacional-antimperialista al radicalismo. Insisten en la necesidad que tenía el Partido de orientar su rumbo para conseguir una democracia integral, que se realizaría sumando a los derechos políticos del ciudadano los derechos económicos del hombre. Propugnaban la nacionalización de los ferrocarriles, tranvías, empresas de servicios públicos, empresas de electricidad, gas, servicios telefónicos y yacimientos petrolíferos y mineros en general, como así también postulaban la solución del problema agrario a través de la expropiación de los latifundios para su nacionalización36. Otro de los temas que desarrollaron fue la necesidad que tenía el radicalismo de convertirse en un «radicalismo americanista», es decir, en un propulsor de la «unidad latinoamericana»37.
En realidad muchos son los otros intelectuales que se vincularon al yrigoyenismo. También Julio Barcos escribe en 1931 «Política para Intelectuales», donde hace la defensa del Gobierno Radical y demandaba un mayor compromiso del intelectual con la problemática nacional. Por su parte, J. Barcos se conecta con la agrupación de Manuel Ortiz Pereira38, Concentración de Izquierdistas de la U.C.R., y fue también parte activa en la organización de algunas conspiraciones militares yrigoyenistas fracasadas.
En resumen, si realizamos una primera síntesis del pensamiento y accionar de los núcleos y hombres yrigoyenistas citados entre 1930 y 1935, podemos sostener que, si bien en minoría, estaban insertos en todos los niveles partidarios y que, ya en estos primeros años, proponen la profundización de los principios de contenido social y del nacionalismo anti-imperialista presentes en el yrigoyenismo tradicional. Es decir que en este primer período podemos visualizar ya la elaboración de los principales tópicos que caracterizaron al nacionalismo popular en años posteriores.
2. Del levantamiento de la Abstención al Golpe Militar de 1943
Después del levantamiento de la Abstención y el abandono de las conspiraciones armadas, M.T. de Alvear intenta con «mano dura»39 liquidar toda la oposición. Sin embargo, la resistencia de los nucleamientos yrigoyenistas se fortalece. Presenciamos la proliferación de las agrupaciones que se identifican con los postulados yrigoyenistas. Por otra parte, cabe señalar que la corriente alvearista no era un bloque absolutamente homogéneo, que actuaba en forma disciplinada. Tal es así que algunos de sus miembros en distintas circunstancias apoyaron algunas de las demandas propuestas por los mismos nucleamientos opositores a la dirección partidaria.
¿Qué hicieron los yrigoyenistas a partir del levantamiento de la Abstención Electoral? Es decir, a partir de su fracaso en imponer al conjunto del Partido una de las propuestas básicas que postulaban. Algunos de ellos se ligan a F.O.R.J.A. y de esa forma se alejan de las luchas partidarias. Los más deciden apoyar disciplinadamente la decisión mayoritaria del Partido y se suman a las campañas electorales en que se ha de embarcar la U.C.R. En otras palabras, estos círculos, a diferencia de F.O.R.J.A., y juntamente con el Sabattinismo cordobés, resuelven abocarse y participar en las luchas internas partidarias con el objeto de alcanzar el control del Partido.
Los núcleos yrigoyenistas tampoco se conformaron en esta etapa como una corriente homogénea y organizada. Si bien todos compartían los principios yrigoyenistas aludidos, la interpretación de estos principios podía variar en intensidad de acuerdo a lo que podríamos definir de aquí en adelante como dos variantes yrigoyenistas que comienzan a delinearse desde 1935. Una estaría conformada por la variante sabattinista y la otra por la variante yrigoyenista, que llamaremos «renovadora».
Las características del sabattinismo cordobés y de los círculos sabattinistas en otras provincias son las siguientes:
- Consideraban a Sabattini como un líder de envergadura nacional y como el continuador de Yrigoyen.
Postulaban las concepciones yrigoyenistas tradicionales sin intentar su renovación. - Eran intransigentes en su oposición a concertar alianzas con otros partidos políticos y eran más proclives a buscar aliados en las filas castrenses.
- Por su posición en el gobierno y en las estructuras de poder, mostraron una actitud más transigente tanto hacia el alvearismo como hacia los gobiernos conservadores.
- Su influencia trasciende a algunas provincias y a algunos núcleos militares de la Capital Federal y Gran Buenos Aires.
- Eran en general neutralistas a nivel internacional.
Por otra parte encontramos la otra vertiente yrigoyenista que estaría integrada por círculos políticos, intelectuales y juveniles, como los dirigidos por Oscar López Serrot, por Arturo Frondizi y Moisés Lebensohn. Dichos círculos en general postulaban:
- Las concepciones yrigoyenistas tradicionales, pero al mismo tiempo proponían la renovación y radicalización de las mismas.
- La oposición a la conducción partidaria se realiza en términos más violentos.
- A nivel internacional, se vinculan en mayor medida que el sabattinismo a la problemática internacional europea. Muchos de ellos expresaron su solidaridad con la República Española y con los Aliados en la Segunda Guerra Mundial.
- Reconocen en Sabattini un líder de importancia, pero actúan independientemente.
Nos dedicaremos al análisis de los núcleos incluidos en la segunda categoría. El estudio y caracterización del sabattinismo ya fue objeto de investigación en distintas obras de importancia40.
2.1 El yrigoyenismo renovador
Varios fueron los nucleamientos de esta variante yrigoyenista que intentaron agrupar a los radicales descontentos con la conducción partidaria. Entre ellos podemos destacar en el ámbito político al Bloque Opositor de la Capital Federal. Liderado por Oscar López Serrot41, dirigieron su lucha contra la dirección partidaria para «reconstruir el radicalismo». En una asamblea de disidentes, arengaba O. López Serrot en estos términos: «Esta voz enérgica … no es la de un nuevo partido, es la de los radicales que gritan al pueblo entero de la República que es necesario reconstruir el radicalismo, a espaldas de sus actuales dirigentes, que miran más a la Casa de Gobierno que al corazón de la masa radical»42. Algunos de sus adherentes, como el mismo O. López Serrot, fueron «forjistas de la primera hora» y calificados por J. Hernández Arregui como «políticos profesionales»43 que ante las escasas perspectivas electorales y de ascenso personal ofrecidas por dicha organización retornaron a la lucha interna del Partido.
De todas maneras, más allá de las cualidades de «sacrificio» que poseían tales «políticos de comité», es a través de dichos dirigentes que se originan importantes debates políticos e ideológicos en el seno del Partido44. Entre los integrantes del Bloque encontramos figuras como Elizardo Soneyra, A. González Zimmerman, Félix Ramírez García, López Sansón, A. Argerich Lahitte, Juan Agote, A. Arco, J. Gauna, A. Lozano, 1. Cavallini y otros.
En diciembre de 1936 se oponen en el seno de la Convención Metropolitana al proyecto de los concejales radicales de otorgar una prórroga en las concesiones eléctricas al consorcio extranjero CHADE. Las características del proyecto y sus consecuencias ya fueron ampliamente documentadas. Por nuestra parte, nos limitaremos sólo a los alcances de la influencia y el debate interno que se genera debido a la acción militante del bloque opositor y del vicepresidente primero de la Convención, Arturo Frondizi.
Este proyecto, que se distanciaba de las mismas bases de la plataforma radical en el Distrito Metropolitano que «propugnaba la naciona- lización de todas las fuentes de energía naturales, susceptibles a ser aprovechadas para la producción de energía eléctrica»45, provoca en el seno del radicalismo un intenso debate que giraba alrededor del papel que debían cumplir el Estado y los capitales extranjeros en la economía nacional46. El tema crea un clima bastante conflictivo entre los concejales y los organismos partidarios metropolitanos, en cuyo seno, por iniciativa del Bloque y Arturo Frondizi, se generó un acalorado debate y un importante consenso partidario contra el proyecto del grupo comunal.
A. Frondizi recordaba que el radicalismo se había consagrado como «un partido deliberación económica y de lucha antimperialista»47. Por lo tanto, si bien no se declaraban «enemigos de los capitales extranjeros, afirmaban que no se les podía «consentir ganancias exorbitantes»48. Oscar López Serrot afirmaba que el apoyo por parte del radicalismo a esas medidas provocaría un `violento contraste entre la masa y la dirección partidaria»49. Sin embargo, a pesar de la activa campaña de difusión, no pudieron evitar la sanción de dicho proyecto radical en el Concejo.
De todas maneras, cabe destacar que los hombres del bloque opositor y A. Frondizi generalizaron a tal punto el debate interno, que obtuvieron el apoyo de importantes dirigentes, quienes si bien no eran yrigoyenistas, no podían aceptar, sino a regañadientes, la prórroga de las concesiones y los rumores generalizados que giraban en torno a la corrupción de los concejales radicales. Tal es así que lograron hacer convocar a las máximas autoridades partidarias – que estaban en receso- con el fin de debatir el asunto. El diario La Nación señalaba que el problema de las concesiones había tomado tales dimensiones que «ya no podía ser entendido como una de las conocidas desaveniencias internas»50 que enfrentaban a yrigoyenistas y alvearistas. Sin embargo, a pesar de que la Convención, después de acalorados debates, se pronunció para que la Comuna «no sancione ninguna ordenanza-concesión del servicio público de electricidad sin una amplia discusión interna»51, el Concejo, con el apoyo de Alvear52, aprobó el proyecto, colocando a la Convención ante un hecho consumado. El diario La Nación registra un hecho interesante que demuestra el estado público que tomaron las disidencias internas dentro del Partido: «Ha sido aprobada la ordenanza sobre las tarifas eléctricas… un espectador en señal de protesta irrumpió en el recinto… y encarándose con los concejales del bloque radical les enrostró la actitud que estaban asumiendo. Quien así se expresaba es hermano de uno de dichos concejales, y a grandes gritos dijo que la sanción del despacho contrariaba la Carta Orgánica de la U.C.R., que esa actitud traicionaba los principios largamente sostenidos, para insistir luego que esa votación iba a provocar una verdadera tragedia familiar…»53.
Además, el bloque opositor va a centrar su acción en los comicios internos partidarios de 1936 y 1938. En 1936 se debían renovar las autoridades de la U.C.R. Capital. La «Lista Popular» encabezada por el Dr. Alvear obtuvo un amplio triunfo sobre la «Lista Radical» que encabezaban el bloque opositor junto con otras personalidades yrigoyenistas, que obtuvieron el 11% de los votos54 y la mayoría en la circunscripción doce liderada por Oscar López Serrot. Si bien semejante triunfo de la nómina alvearista ratificó el control del partido a la «tendencia solidarizada con el ex Presidente»55, los sectores opositores han de integrar las filas directivas en representación de la minoría. Dicha representación, y la influencia del yrigoyenismo, que se extendía más allá de sus logros electorales, permitieron despertar dudas en sus contemporáneos acerca del nombre de los dirigentes que irían a constituir el Comité de Capital: «La expectativa se crea por la actitud que asumirán los delegados intransigentes que … no obstante su minoría, ha de mantener una intransigencia decidida desde el momento en que se vote la mesa directiva»56.
El bloque opositor tenía por propósito enfrentar la candidatura del conocido «puntero» parroquial alvearista Sancerni Giménez. Al otro día continúa La Razón: «¿Habrá toros en el comité de la U.C.R.? Recién mañana podrá saberse qué ocurrirá en el Comité de la Capital de la U.C.R.»57. Es decir que a pesar del amplio triunfo obtenido por la Lista Popular, la intransigencia podía poner en duda la elección de «punteros» tales como Sancerni Giménez. Y esto se debía a que si bien el aparato partidario daba muestras de amplia lealtad a la figura de Alvear, ciertas políticas del oficialismo partidario provocaban el recelo de algunos otros alvearistas que eran propensos a aceptar ciertos cuestionamientos yrigoyenistas. Así los definía La Razón: «Y como a ultimo momento han surgido los transaccionistas, puede ocurrir que en la reunión de mañana no sea elegido todavía el Presidente»58. Es decir que estos núcleos opositores, si bien minoritarios, no han de predicar en el vacío sino que han de encontrar cierto consenso en sectores ajenos a sus propias filas.
En 1938 el Bloque, junto a otras fuerzas yrigoyenistas como los grupos «Ultra» y «Renovación» y otros líderes intransigentes de prestigio, tales como A. Güemes y A. Frondizi, presentaron su propia lista en la elección interna de candidatos radicales para senadores y diputados. Se celebraron los comicios y el bloque opositor denunció un «fraude escandaloso»59, poniendo de manifiesto el grave proceso de descomposición que venía sufriendo el radicalismo. Finalmente el Bloque anuncia concurrir con lista propia a las elecciones nacionales. Esta decisión motivó el alejamiento de los grupos Ultra y Renovación y de algunos dirigentes tales como Eduardo Giuffra, Adolfo Güemes, Arturo Frondizi y Amancio González Zimmerman, que no deseaban romper con el partido. El Comité Capital intervino las circunscripciones disidentes, según comenta F. Luna: «El conflicto había estallado. Significaba la crisis del proceso interno que se venía arrastrando en la Capital Federal desde 1931 entre `mayoritarios’ y ‘legalistas’60». Tal es así que el Bloque termina separándose del tronco radical y se presenta a elecciones, donde obtiene muy poca cantidad de votos. El Bloque, finalmente razonaron sus dirigentes, tenía sentido en la medida que continuara su lucha dentro de las filas partidarias. Por lo tanto deciden reintegrarse al Partido en 1940. De cualquier forma, la eliminación del «bloque opositor» entre 1938 y 1940 «no había concluido con las formaciones antialvearistas»61.
Paralelamente al bloque opositor encontramos los círculos cercanos al Dr. A. Frondizi, que publican bajo su dirección el semanario País Libre, a fin de propiciar la formación de un Movimiento Orientador. A diferencia del Bloque, que era en definitiva una agrupación dedicada solamente a la lucha política interna, los seguidores de Frondizi desarrollaron su actividad tanto en el campo doctrinario como en el político y el cultural.
En el campo doctrinario, proponen que el radicalismo debe presentar definiciones programáticas inequívocas que «fijen claramente sus postulados básicos acentuando su carácter de movimiento popular dedi- cado a la liberación política, económica, social y moral del país»62. En el campo político, Arturo Frondizi y País Libre tuvieron una importante actuación en la Convención Nacional partidaria convocada en 1937, la cual tenía por objeto elegir los candidatos presidenciales y vicepresidenciales radicales a presentarse en los comicios de 1938.
Se discutía entonces la posibilidad de llegar a una fórmula acuerdista pactada con el General Justo. País Libre y el movimiento orientador se opusieron a toda «fórmula transaccional» y anunciaron que si el organismo partidario adoptara dicha actitud «tal acto señalaría el comienzo de una enorme crisis en las filas de la U.C.R. Crisis que nos afectaría como radicales y como demócratas»63 y reclamaron que el radicalismo se proclame por una fórmula «radical neta»64. Finalmente el radicalismo consagró como candidato a M.T. de Alvear y País Libre, a pesar de su filiación yrigoyenista y preferir como candidato a Honorio Pueyrredón, brindaron un amplio apoyo en la campaña electoral. En realidad, a diferencia del bloque opositor, el movimiento orientador se movía con mucha más cautela en su enfrentamiento con la dirección partidaria. Cuando el bloque opositor se retiró del Partido en 1938, Frondizi declara que «no acepto ni aliento la división del Partido»65. A su juicio, la oposición yrigoyenista debía continuar su lucha dentro de las filas partidarias del partido mayoritario de ese momento.
País Libre también emprende una campaña en oposición a la prórroga concedida por los concejales a la CHADE: «La CHADE contra el Pueblo» era uno de los títulos firmado por Frondizi. Paralelamente demandaban de las autoridades partidarias que se definieran «ante él problema planteado por la prórroga»66, que entraba en coalición con los mismos principios partidarios.
Estos círculos también alentaban la actividad en el campo cultural. Los mismos comités en que ellos tenían influencia, como por ejemplo en la 7ma. Circunscripción, fueron promovidos como centros de cultura para que los ciudadanos adquirieran «conciencia de sus derechos y obligaciones»67. Se dictaron conferencias y seminarios. A. Frondizi dirigió un seminario cuyo tema de investigación fue «El Programa de la U.C.R.», y expresó al respecto: «La labor a cumplir en esta clase de tareas no tiene la satisfacción fácil de la tribuna callejera, pero deja en el espíritu de quienes trabajan, la sensación del deber cumplido»68.
Los intelectuales vinculados al yrigoyenismo continúan en esta etapa con una profusa labor intelectual y algunos de ellos también partidaria.
Colaboran con artículos en la revista Hechos e Ideas, el periódico Señales, el diario Tribuna Libre, Los Principios de Lomas de Zamora, Democracia de Junín, etc.
En esta etapa Luciano Catalano ejerce distintos cargos públicos de importancia, como Director Presidente del Consejo de Administración de la Dirección de Minas, Geología y sus industrias de Córdoba bajo los gobiernos sabattinistas, también como Asesor Geólogo en Fabricaciones Militares (1941-3) y como Asesor Técnico Consultivo en la Comisión de Comercio e Industria de la Cámara de Diputados entre 1941 y 1943. Por otra parte se encuentra entre los articulistas de Hechos e Ideas, Señales, los diarios Crítica, La Nación, Noticias Gráficas, La Prensa, etc.69. Además de su constante preocupación por temas específicos con respecto a los problemas del subsuelo, Catalano continúa centrando su atención en los temas doctrinarios a que ya hemos aludido y cuestiones de índole partidaria70.
Atilio Cattaneo, ahora integrado a las filas yrigoyenistas de la Capital, es también uno de los colaboradores de la revista Hechos e Ideas y La Voz del Interior de Córdoba. En realidad Atilio Cattaneo demuestra su vocación intelectual cuando revistaba como oficial del Ejército. En esa época ya escribe obras de teatro, poesías y tangos71. Pero a partir de 1935 se observa una preocupación permanente: la necesidad de recuperar el espíritu yrigoyenista en el radicalismo. El deber de volver a las fuentes, el saneamiento del partido y el «relevo en masa de la dirección partidaria» para purificar el partido, eran la fuerza motor de su accionar partidario, y la exigencia principal que se registra en sus cartas políticas personales a distintos dirigentes partidarios y artículos que fueron publicados por la prensa72. Para Cattaneo, el radicalismo estaba en peligro de disolución, de ser «entregado a las fuerzas políticas del oficialismo por las propias autoridades partidarias»73. Cattaneo mantiene una estrecha relación con Sabattini y con los sabattinistas de la Provincia de Bs. As., «La Cruzada Renovadora» de los tenientes coroneles Adalid y Bosch, pero conserva una posición independiente y de cercanía también a los hombres del bloque opositor74.
Julio Barcos, Elías Melópulous, Armando Antille, Francisco Alba- rracín, Bernardino Horne, Federico Monjardín, son algunos de los articulistas yrigoyenistas que colaboraban en la revista Hechos e Ideas. Entre los temas a que se dedican figuran nuevamente el papel del intelectual75, el de la democracia y el fraude76, los problemas agrarios77 donde son criticados la acción de los latifundios y las empresas extranjeras.
A medida que pasan los años y las autoridades partidarias continúan y radicalizan su política de acercamiento con los gobiernos conserva- dores78, las fuerzas de oposición a dicha política se acrecientan y van formando un polo de poder de importancia en todos los niveles partidarios. Nuevos focos de resistencia toman forma. La Junta de Reafirmación Radical, el Movimiento Revisionista de Bs. As., la Cruzada Renovadora de la Capital y Córdoba, el Comité Yrigoyenista de Bahía Blanca, Acción Raíz Argentina y otros más se suman individualmente a esta campaña que pretende reafirmar el carácter yrigoyenista del radicalismo y profundizar sus objetivos programáticos.
Sin embargo, el impulso más continuado provendrá de las filas juveniles. El joven que se destaca es Moisés Lebensohn, uno de los más lúcidos yrigoyenistas que surgieron del radicalismo. En los Congresos Juveniles por él organizados en 1938 y 1942 fueron planteados los principios doctrinarios y las bases de renovación radical que sirvieron de fundamentos programáticos en la constitución del M.I.R. (Movimiento de Intransigencia y Renovación), organización que finalmente se funda con el aporte de representantes de todas las variantes yrigoyenistas, el 4 de abril de 1945 en la Ciudad de Avellaneda. Moisés Lebensohn, partiendo de los principios del yrigoyenismo tradicional, intenta establecer una ideología más precisa.
En Lebensohn se puede observar una constante preocupación por dar respuesta a dos problemas:
- la renovación del radicalismo
- la revitalización interna del Partido
En cuanto a la renovación programática, sus definiciones son inequívocas. En 1937 escribe: «Quienes dirigen el plan contra las libertades argentinas son los restos de la oligarquía terrateniente,…, los especuladores y financistas,…, los grandes capitales que monopolizan los recursos básicos de nuestra economía succionándola con sangría permanente, la sedicente minoría ilustrada que coloca el prestigio de sus apellidos y de su figuración política y social al servicio de los trusts imperialistas internacionales»79. Es decir que Lebensohn señala sin ambigüedades a aquellos sectores de la sociedad que considera responsables de la crítica situación «factorial» en que vivía el país: la oligarquía terrateniente, los especuladores y financistas, los grandes capitales, las minorías ilustardas y los trusts imperialistas internacionales. Los representantes del «régimen», término utilizado por Yrigoyen para denostar en general a los gobiernos conservadores, eran ahora señalados en forma definida. Para contrarrestar esta situación que atravesaba Argentina, el «sufragio libre», la antigua consigna radical, resultaba inadecuada a los nuevos tiempos donde el hombre moderno resignaba todas «sus libertades civiles y políticas»80 a cambio de la eliminación de sus incertidumbres económicas. Por lo tanto, afirmaba Lebensohn, el radicalismo debía sostener un programa de reformas cuyo móvil determinante debía ser la «justicia’ social». Es decir, una democracia integral, democracia política y democracia económica.
Pero, concluía que «no puede haber realizaciones vitales de justicia social sin afectar intereses económicos»81, y en especial, «los de la tierra». Por eso consideraba que el gobierno de Yrigoyen se había «limitado a una política social oportunista», ya que no se atrevió a «consumar la revolución radical destruyendo los privilegios de la oligarquía económica»82.
Por otra parte, su campaña estaba dirigida a encarar una profunda renovación interna partidaria. No sólo plantea Lebensohn la ausencia de una conducta yrigoyenista en las autoridades partidarias, sino que realiza una profunda crítica al funcionamiento de dicha maquinaria partidaria a través de lo que él va a definir como la «política de servicio personal» y la «falta de correspondencia entre el pensamiento político de los afiliados y el de sus presuntos representantes».
La política de servicio personal era un proceso interno que se había desarrollado en épocas del gobierno radical, donde la conquista de voluntades con fines electoralistas se debió no a «motivos atinentes al país, al orden público, sino por servicios, atenciones, empleos…»83. Esta «deformación electoralista» precipitó la caída del Partido en 1930 porque a sus puestos directivos llegaron en «mayor proporción quienes disponían de `capital político’ con prescindencia de su autenticidad radical»84. Después del golpe militar de 1930, la ilusión pendiente de estar en vísperas de obtener el poder permitió la permanencia de los oportunistas, que terminaron por «desarmar el espíritu radical»85. En síntesis, los cuadros dirigentes no reflejaban el pensamiento del radicalismo, por no haber sido elegidos en función de problemas nacionales de orden político, económico o social, sino por relaciones de tipo personal, servicios, empleos, etc. En una palabra, critica Lebensohn a toda la estructura partidaria que desde los gobiernos radicales se sostenía a través de los llamados «punteros» que controlaban una circunscripción y sabían hacer votar. Esta «deformación electoralista» favorecía la falta de democracia interna partidaria y por lo tanto la «falta de correspondencia entre el pensamiento político de los afiliados y de sus presuntos representantes»86, es decir, la exclusión del pueblo en las decisiones partidarias. Todo este proceso, la política de servicio personal y la falta de democracia interna, bloquearon el acceso de la «juventud y hombres de «autenticidad radical» a los cuadros partidarios.
Por otra parte, Lebensohn estaba profundamente influido por la experiencia rooseveltiana. En realidad fueron bastantes los intelectuales radicales que rescataron la experiencia del New Deal como el modelo de régimen donde confluían la justicia social y las libertades democráticas. Expresaba Lebensohn: «Hablamos mucho de Roosevelt pero no creamos en la masa apetencia por las realizaciones de Roosevelt, ni imitamos su guerra contra los núcleos del capitalismo financiero, ni proponemos los altos impuestos sobre el privilegio indispensables para costear los servicios sociales del New Deal»87. Esto demostraba la profundidad del «espíritu conservador» que se había infiltrado en la dirección partidaria.
El tema de la guerra mundiales uno de los temas que han de generar mucha discusión, tanto a nivel nacional como partidario. Los sabattinistas de Córdoba en general se han de mantener en la típica posición yrigoyenista neutralista; en cambio, hombres como Lebensohn, A. Frondizi y López Serrot, entre 1938 y 1943, se han de definir como pro-aliados88. La admiración por la «democracia del norte», en ese momento bajo la Presidencia de Roosevelt, y las agresiones del Eje que amenazaban al mundo, posiblemente hayan influido en Lebensohn, hasta 1944, a estar en contra de la neutralidad del país. Bajo aquel influjo, escribe en 1942: «Desde aquí seguimos, con el corazón anhelante, los avances y retrocesos de este nuevo mundo que rubrican con sus vidas los hombres jóvenes de la libre Gran Bretaña, de la heroica Unión Soviética, de los potentes EE.UU. y de la legendaria China…»89. Sin embargo, ya en’ 1944, cuando la victoria de los aliados está casi definida, retorna a la tradicional concepción yrigoyenista neutralista y declara: «Definimos nuestra fervorosa adhesión a la causa de las Naciones Unidas, de cuya victoria depende la perduración de la libertad. Estamos con el pueblo de EE.UU., pero no con Wall Street y sus proyecciones imperialistas; con el de Gran Bretaña, mas contra la CitY»90.
En síntesis, podríamos señalar que Lebensohn, ya en esta época, ha de proponer la profundización de los principios tradicionales yrigoyenistas de contenido económico y social y las líneas fundamentales de renovación interna y programática que luego han de guiar al conjunto del yrigoyenismo a partir de 1945.
A modo de conclusiones
El análisis del pensamiento y accionar de la corriente yrigoyenista nos permite redimensionar el aporte y la influencia que ejercieron dichos núcleos en las filas del Partido Radical y en la elaboración de muchas de las propuestas programáticas que han de caracterizar al M.I.R. (Movimiento de Intransigencia y Renovación) y al Peronismo en años posteriores.
En general, en la bibliografía del radicalismo se coincide en afirmar que estos núcleos fueron sólo tentativas aisladas de renovación radical que pretendían conservar el espíritu yrigoyenista en un partido en descomposición. En este sentido, si bien podemos compartir parte de esta hipótesis, creemos que es insuficiente para valorar en todas sus facetas la experiencia yrigoyenista. A pesar de no haberse constituido como una corriente homogénea con un programa uniforme, intenta, al igual que F.O.R.J.A., retomar y profundizar los principios yrigoyenistas de contenido nacional y popular. Sin pretender desestimar el aporte intelectual realizado por F.O.R.J.A., a la cual se le ha otorgado una gran importancia como antecedente ideológico del peronismo, consideramos que tal creencia no ha permitido valorar en sus justas dimensiones el valor de otros aportes.
A partir de los nuevos datos que aporta la documentación consultada, también figuras brillantes permanecieron en el radicalismo. En 1933 Luciano Catalano ya escribe un plan para el radicalismo, en el que propone que el radicalismo debía atender las necesidades de los «descamisados», y donde expresaba la necesidad urgente de nacionalizar todos los servicios públicos en aras de la independencia nacional.
También Elías Melópulous, desde los tempranos años de la década del treinta, fue otro de los intelectuales con gran actividad partidaria que sostenían la necesidad que tenía el Partido de orientar su rumbo para promover una «democracia integral» y la nacionalización de los recursos naturales y públicos de la Nación.
Por otra parte, además de las figuras nombradas como A. Güemes, A. Frondizi, M. Lebensohn y A. Cattaneo, y de los núcleos estudiados como el Centro Acción, el Bloque Opositor el Movimiento Orientador, muchas otras personalidades y círculos yrigoyenistas91, que mantuvieron posiciones similares a las de F.O.R.J.A., deberían ser analizados. En todos ellos, la «justicia social» y la «independencia económica» eran objetivos pendientes, a los cuales el radicalismo debería dar solución cuando llegará al poder.
Cabe destacar que las figuras y núcleos yrigoyenistas no fueron «iluminados», que predicaron en el vacío. Si bien ocuparon posiciones minoritarias en las estructuras legales del Partido, y su prédica no logró cambiar el rumbo del oficialismo, consiguieron generar el debate en el seno del Partido y extender su influencia más allá de sus propios adherentes. Esto pudo ser así porque, si bien el enfrenta- miento partidario reconoció dos líneas opositoras – el alvearismo y el yrigoyenismo -, también existieron algunos radicales en posiciones intermedias, habitualmente llamados «transaccionistas», que no eran del todo ajenos a ciertas políticas sustentadas por los yrigoyenistas (como, por ejemplo, en el caso de la CHADE, analizado a lo largo del trabajo). Hasta tal punto, que en 1943, antes de consumarse el golpe de Estado, el partido estaba frente a una posible escisión, división que se contuvo ante la nueva situación creada y que desembocó en una solución de compromiso y de «empate interno» entre el yrigoyenismo y el alvearismo.
En síntesis, el aporte intelectual y político de esta corriente no puede ser subestimado. A nivel intelectual, puede ser considerado, al igual que F.O.R.J.A., como uno de los antecedentes posibles del peronismo. A nivel político, logra generar el debate interno y extender su influencia, hasta finalmente igualar las fuerzas del alvearismo en 1943.
Notas
Tal es así, que finalmente la Convención Metropolitana es intervenida por el Comité Nacional, que respondía a las directivas de M.T. de Alvear, Tribuna Libre, 7/2/35.
- D. Rock, Politics in Argentina, 1890-1930. The Rise and Fall ofRadicalism, Cambridge, 1975, p. 231.
- F.H. Uzal sostiene que estas dos corrientes «antitéticas.. superaban con creces lo que debe entenderse como diferentes matices» y que en realidad eran como «dos partidos en uno». F.H. Uzal, Frondizi y Balbín, Historia de un enfrentamiento, Bs. As., 1989, p. 9.
- E. Molópulous, Tribuna Libre, 1/5/35.
- M. Lebensohn, «Yrigoyen visto por nosotros», Democracia, Junín, marzo 1932.
- L. Catalano, Plan Constructivo del Radicalismo, Bs. As., 1933, p. 3.
- E. Laclau, Discurso pronunciado ante el Congreso Juvenil Radical, Rosario, 8/11/1930 cit. en G. del Mazo, El Radicalismo (1922-1952), Raigal, Bs. As., 1955, p. 167.
- E. Melópulous, op. cit.
- A Güemes, «Las orientaciones sociales del Radicalismo», Doctrina Radical, agosto 1932,p. 7.
- L. Catalano, op. cit., pp. 6-8.
- E. Laclau, op. cit.
- E. Melópulous, «La concepción americanista de Yrigoyen», ed. Ateneo Radical Bernardino Rivadavía, 1933.
- G. del Mazo cita al conjunto de hombres de las distintas corrientes que firmaron el documento de la «Fusión», del Mazo, op.cit., p. 171.
- Ibíd., p. 209.
- Güemes, op. cit.
- A. Güemes, Discurso pronunciado ante el Comité Nacional el 27-2-32, cit. del Mazo, op.cit., p. 209.
- P. Snow, El Radicalsmo Argentino, Bs.As., 1972, pp. 82-3.
- Tribuna Libre, 3/1/35.
- Entrevistas al Dr. A. Pérez Aznar, mayo 1989.
- Centro Acción, Nosotros y la Acción Política, La Plata, 1931, pp. 19-20.
- Ibíd., p. 26.
- A. Cattaneo, Tribuna Libre, 13/12/1932.
- La preparación de este movimiento y posteriores consecuencias es relatado por A. Cattaneo en el Plan 1932, Bs. As., 1959.
- A. Cattaneo, Entre Rejas, Bs. As., 1939, p. 113.
- Carta dirigida al Presidente del Comité Nacional M.T. de Alvear por el Tte. Gnal. Cattaneo, 28/8/33.
- Loc. cit.
- Carta dirigida al Dr. Alvear, 16/9/37, Archivo Personal.
- Las expresiones de A. Cattaneo producen indignación en los sectores «alvearistas» del Partido. «No pudo el Sr. Cattaneo, incorporado al Partido, después de perder su carrera, decir que bajo la bandera que enarbolara el Dr. Yrigoyen, hoy se acogen los que han combatido al radicalismo…» Tribuna Libre, 10/5/35.
- 28 L. Catalano, op. cit., p.4.
- Ibid., pp. 6-8.
- Ibíd., p. 9.
- Loc. cit.
- Escritos inéditos del Dr. Giuffra fueron recopilados posteriormente por el dirigente radical Santiago Caporale y publicados en 1969 bajo el nombre de Hipólito Yrigoyen en la Historia de las Instituciones Argentinas, Bs. As., 1969.
- Comentario realizado en la entrevista realizada al Presidente del Instituto Yrigo- yeniano, Escribano E.B. Pondé, junio 1989.
- Declaraciones del Dr. Giuffra, 16/3/32.
- A. Frondizi, Un Clarín Radical, 1/10/33, reproducido en Roberto G. Pisarello Virasoro, Arturo Frondizi, Vol. III, Buenos Aires, 1986, p. 193. Un amplio y completos análisis de las reflexiones de A. Frondizi en estos primeros años de su vida política lo podemos encontrar en el Cap. III de esta obra.
- E. Melópulous, Proyecto de declaración a la Convención Nacional, 27/2/33.
- E. Melópulous, «La Concepción Americanista de Yrigoyen», op. cit.
- La trayectoria de Manuel Ortiz Pereira, un radical yrigoyenista propulsor de las ideas de liberación económica y cultural, fue documentada por N. Galasso en Testimonios del precursor de FORJA: Manuel Ortiz Pereira, Bs. As., 1984.
- F. Luna, Alvear, Bs. As., 1982, p. 157.
- Ver Roberto A. Ferrero, Sabattini y la Decadencia del Yrigoyenismo, Vol. I,II, Bs. As., 1984, y César Tchach, «Sabattinismo: Identidad Radical y Oposición Disruptiva», Desarrollo Económico, Vol. 28, 110, sep. 1988, pp. 183-207.
- Entrevista con el Dr. López Sansón, 14/5/89. «Oscar López Serrot era el líder. E. Giuffra era un hombre de consejo».
- Oscar López Serrot, 25/2/1938, reproducido en D. Cruz Machado, Frondizi, Bs. As., 1957,p.63.
- J. Hernández Arregui, La formación de la conciencia nacional, Bs. As., 1973, p. 293.
- El Dr. López Sansón describe también al Bloque como un grupo de hombres políticos, de «peludistas».
- Plataforma Radical de la Capital, enero 1936.
- Tribuna Libre apoyaba el proyecto por los «grandes beneficios» que reportarían a los consumidores las rebajas de tarifas propuestas en el plan, 15/12/36 al 25/12/36.
- A. Frondizi, Discurso ante la Convención Metropolitana, Crítica, 24/12/36.
- Loc. cit.
- Expresiones de O’. López Serrot ante la Convención, reproducido, C. Machado, op.cit., p. 54.
- La Nación, 22/12/36.
- Del texto sancionado en la Convención, Crítica, 23/12/36.
- En un reportaje publicado en la revista Ahora, Alvear aprueba la conducta de los ediles radicales, Ahora, 17/12/36.
- La Nación, 24/12/36.
- De acuerdo a los cómputos finales en La Nación, 15/10/36.
- La Nación, 10/10/36.
- La Razón, 16/10/36.
- La Razón, 16/10/36.
- Loc. cit.
- Ver las declaraciones de O. López Serrot, cit. en Cruz Machado, loc. cit., p. 51.
- Luna, op. cit., p. 256.
- Ibid., p. 259.
- Cit. en del Mazo, op. cit., p. 283.
- A. Frondizi, País Libre, 24/4/37, reproducido en R.G. Pisarello Virasoro, op. cit., p. 226.
- País Libre, cit. del Mazo, op. cit., p. 284.
- A. Frondizi, Noticias Gráficas, 25/2/1938.
- 66 País Libre, 15/5/1937, cit. R.G. Pisarello Virasoro, op. cit., p. 261.
- R.G. Pisarello Virasoro, op. cit., p. 217.
- A. Frondizi, cit. ibid., p. 218.
- A pesar de su profusa labor intelectual en diversos medios, como hemos consignado, L. Catalano es una de esas personalidades importantes e interesantes que fueron relegadas en el olvido.
- En esos años Catalano presenta una serie de propuestas que son aprobadas en la Convención Nacional de 1937 y en el Congreso Juvenil de 1938.
- Escribe las obras «La cueva de los búhos»,»Hasta el cardo tiene flor», «Ritorna Vincitor» y tangos como «La travesía» y «El gato». Estos datos fueron obtenidos gracias a la amable colaboración de la Sra. viuda de A. Cattaneo, Dina R. de Cattaneo.
- De su Archivo Personal Inédito.
- Carta a de la Vega, enero 1939, Archivo Personal.
- De las entrevistas y conversaciones con los yrigoyenistas Sr. Picolini, el Dr. López Sansón, el Dr. G. Berraondo y el secretario personal de Cattaneo en la época, el Sr. Jutorán.
- Julio Barcos, «El ministerio público del escritor», Hechos e Ideas, No. 10, abril 1936.
- A. Antille, «Del Sufragio y la Democracia», Hechos e Ideas, No. 19, enero 1937.
- H. Horne, «Aspecto social de los planes agrarios», Hechos e Ideas, No. 32, mayo 1939.
- «… Se desgarra el Partido Radical por obra de su propia dirección… Si bien el Partido Radical tenía hondas raíces en las masas populares, lo cierto es que a su frente están enquistados representantes de la oligarquía sin otro propósito que el de neutralizar el impulso vigoroso y sano del Partido», Ahora, 13/9/38.
- M. Lebensohn, Pensamiento y Acción, Bs. As., 1956, p. XIV.
- M. Lebensohn, Problemas del Radicalismo, Chivilcoy, mayo 1942, p. 43.
- Ibid., p. 42.
- Ibíd., p. 9, posteriormente considera la «reforma agraria» como solución.
- Ibid., p. 10.
- Ibíd., p. 11.
- Ibid., p. 16.
- Ibid., p. 17.
- Ibíd., p. 28.
- También como pro-republicanos en la Guerra Civil Española.
- Lebensohn, Problemas del Radicalismo, p. 50.
- Lebensohn, Pensamiento y Acción, p. XXV.
- Entre las personalidades encontramos a J. Sábato, R. Coulin, F. Ratto, M. Rodríguez Conde, M.A. Speroni, J. Farias Gómez, J.L. Alvarado, R.V. Aldazábal, D.L. Molinari, etc. Entre los núcleos, a la U.C.R. Yrigoyenista de Entre Ríos, las Grupaciones Cívicas Radicales Alem, La Fuerza Intransigente Radical de Santa Fé, La Junta de Reafirmación Radical, el Movimiento Revisionista de Bs. As., La Cruzada Renovadora, Acción Raíz Argentina, etc.