Precisamente todo cuanto dejo expresado en este expediente, constituye la comprobación de que sólo he planteado en él las cuestiones básicas de la ciencia del gobierno y de la división de sus poderes en la capacidad y aptitud de cada uno de ellos para llenar su cometido, de la rectitud administrativa y del celo imperturbable sobre todos los asuntos inherentes al gobierno, de cuyas cuestiones V. H. ha eludido sistemáticamente hacerse cargo, con una obsecuencia sin semejanza alguna del Poder Judicial al hecho de la fuerza y al beneficio de ella, por lo que ha incurrido en la más resonante sumisión con todas las odiosas derivaciones a que se refieren las fatídicas leyendas de las perversiones judiciales, causando enormes daños y políticos a la Nación, frustrando con ello todo el desenvolvimiento que yo le había impreso a sus múltiples actividades y malogrando todas sus progresiones en el bienestar económico y tranquilidad social.