Conservé todas las claridades de mi espíritu para hacer lo que debía en el momento decisivo sin pedir ni convenir nada, y con la inmensa satisfacción de no haber hecho derramar sangre humana, que fue siempre mi preocupación en las vicisitudes de la vida.
Me sentí inclinado hacia la augusta medida, como confirmación y coronamiento de las predisposiciones que había sustentado durante toda mi existencia, y me apresuré a hacerlo público para que los gobiernos y los pueblos no se levantaran en armas.
Mi resolución fué, pues, un sacrificio único en mí bien pensado y sentido.
Memorial a la Corte Suprema de la Nación – Prisión de Martín García